La jornada V de Don Álvaro o la fuerza del sino es la jornada en la que la acción de la obra se desenlace. Lo interesante es que allí aparece el motivo que está presente frecuentemente en las obras del teatro romántico. Es decir, el motivo de satanismo.
En el
principio de la quinta jornada, el autor crea un ambiente misterioso y un poco
sombrío cuando introduce al personaje de Don Alfonso (DON ALFONSO (Con muy mal modo, y sin desembozarse.)). Este hombre, que
es el hermano de Doña Leonor y el hijo del Marqués de Calatrava, llega al
convento buscando al padre Rafael (Don Álvaro). Cuando hermano Melitón le
pregunta a cual se refiere, Don Alfonso enfadado le responde “El del infierno.”. Lo sorpendente es que
al oír estas palabras, el hermano ya sabe a quien él busca:
HERMANO MELITÓN
Pues ahora caigo
en quién es:
el alto, adusto, moreno,
ojos vivos, rostro lleno...
el alto, adusto, moreno,
ojos vivos, rostro lleno...
En este
momento aparece el elemento satanístico, cuando los personajes consideran el
padre Rafael (Don Álvaro) como una persona del infierno.
Cuando los
personajes quedan, Don Alfonso dice que viene para vengarse por la muerte de su
padre y su hermano. Por eso, saca dos espadas, le da una a Don Álvaro y le
desafia. Aunque Don Álvaro intenta evitar el duelo y le pide perdón, Don
Alfonso no quiere retirar. De repente le da una bofetada y en este momento
aparece una referencia al infierno, cuando Don Álvaro dice:
DON ÁLVARO
(Furioso y
recobrando toda su energía.)
¿Qué hiciste?...
¡Insensato!
Ya tu sentencia es segura:
¡Hora es de muerte, de muerte!
¡El infierno me confunda!
Ya tu sentencia es segura:
¡Hora es de muerte, de muerte!
¡El infierno me confunda!
Después,
durante una conversación con hermano Melitón, Don Álvaro referiéndose a la muerte
en el duelo con Don Alfonso dice que va “al infierno”. Sin embargo, Don Álvaro hiere muy grevemente a
Don Alfonso en la lucha. Para buscar ayuda, llama a una puerta y en este momento aparece Doña Leonor. Viendo a su hermano, Doña Leonor se lanza a sus
brazos pero él la mata, diciendo:
¡Toma, causa de
tantos desastres, recibe el premio de tu deshonra!... Muero vengado.
El
final de la obra es cuando el satanismo es el más llamativo. Nos encontramos
con una imagen rebelde a Dios de Don Álvaro. A causa de la muerte de su amor Doña
Leonor, él no puede soportar más sufrimiento en su vida. Por eso, le parece que
el infierno es un lugar a que partenece, diciendo:
DON ÁLVARO.- (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo
convulso, dice.) Busca, imbécil, al padre Rafael... Yo soy un enviado del
infierno, soy el demonio exterminador... Huid, miserables.
Por su
desesperación decide suicidarse y en las últimas palabras presenta su satanismo
de manera muy fuerte:
DON
ÁLVARO.- Infierno, abre tu boca y
trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio,
destrucción...! (Sube a lo más alto del
monte y se precipita.)
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